lunes, 21 de abril de 2014

TEMPLE DE ACERO

 Hace algunos días, todos nos mostrábamos impactados con el peor incendio registrado en la historia del Chile contemporáneo y que afectaba a Valparaíso. Muy pocos se mostraron indiferentes ante esta tragedia que enlutaba a modestas familias de los cerros porteños y que en cosa de horas, acabó con su historia, sueños y patrimonio.
Melipilla, provincia y comuna acostumbrada a las tragedias de esta índole, no podía estar ajena a esta realidad que estábamos enfrentando y de inmediato distintas organizaciones comenzaron a elevar diferentes campañas de recolección de ayuda, entre ellas, nuestro Cuerpo de Bomberos.
Muchos mirábamos con impotencia las imágenes en televisión y no dábamos crédito a lo que nuestros ojos observaban, ya que nuestro principal enemigo, el fuego, seguía avanzando y no daba tregua, era un incendio extremadamente complejo en todos los aspectos, pero ahí estaban nuestros cofrades porteños, apoyados por bomberos de distintas regiones, desde los mas grandes, hasta los mas modestos Cuerpos de Bomberos, porque bien lo sabemos, cuando vestimos nuestro uniforme, somos uno solo.
Nuestro aporte, en primera instancia, fue darle impulso a esta campaña organizada por algunos de nuestros voluntarios, apoyados desde el comienzo y de manera incondicional, por la Superintendencia de la institución. Se realizó la difusión por los distintos medios de prensa y redes sociales, claro que nuestra sorpresa fue tremenda cuando fuimos percibiendo el apoyo de los melipillanos, que se volcaron en masa hacia el cuartel y la calle Valdés, como nunca, fue testigo de como nuestra comunidad llegaba con sus donaciones, en alimentos, agua, ropa, artículos de aseo y otros. Viajaron desde cada rincón de esta zona, incluso emocionaba ver a vecinos minusválidos que en sus sillas de ruedas, cargaban sus donaciones, porque hay que entender que nadie, pero absolutamente nadie, está ajeno a sufrir una desgracia, especialmente si hablamos de incendios.
Contamos con la valiosa colaboración de diferentes empresas y personas que nos facilitaron camiones y transporte para hacer llegar la ayuda que recolectamos y que fueron varias toneladas. Pero faltaba algo, nuestro aporte como bomberos necesariamente debía ser mas allá que solo llevar provisiones, nuestro trabajo es dar lo mejor de nosotros en la parte humana y técnica; fue entonces, mientras recolectábamos las donaciones, que nos organizamos y pedimos las autorizaciones del caso para acudir. Logramos reunir un aproximado de 40 bomberos y fue así que el miércoles 16 de abril de 2014, a las 8:30 de la mañana, salió desde nuestro cuartel una caravana que llevaba la ayuda en víveres, ropa, más un microbus y un camión que transportaba a los bomberos melipillanos con su logística para trabajar en los cerros de “la joya del pacífico”.
En el viaje, se mostraban los rostros ansiosos por ayudar de cada voluntario que participó, hasta que fuimos entrando por la avenida Santos Ossa del puerto y al mirar a nuestra izquierda, vimos la realidad, lo que se ve en la televisión no logra graficar ni un tercio la imagen de estar ahí, es como recordar esos documentales de la Segunda Guerra Mundial, cuando las bombas atómicas arrasaron con dos ciudades japonesas.
La desolación estaba ante nuestros ojos, la tristeza se percibía en el ambiente, pero siempre el chileno saca desde lo mas profundo, esa fuerza para motivarse y que mejor instalando en distintos sectores de los cerros desbastados, la bandera de nuestro país, muchas rasgadas y algo quemadas, pero siempre flameando al viento, dando una demostración de esperanza y de decir “aca estamos, vivos y no nos vamos a rendir”, actitud que fue destacada por muchos medios de prensa extranjeros.
Una vez que entregamos una parte de la carga de los camiones en la bodega de Comandancia del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, recordemos que muchos voluntarios resultaron damnificados, se dispuso de una camioneta institucional que nos guió y coordinó todo para que nos dirigiéramos al que sería nuestro destino y campamento transitorio por 24 horas. Así nos fuimos adentrando por las calles porteñas, congestionadas por tantos vehículos con ayuda provenientes de todo Chile; también fuertemente custodiadas por las fuerzas armadas y de orden, hasta que llegamos a una explanada o cancha improvisada en medio de una quebrada, donde convergían los cerros La Merced, Ramaditas, La Cruz y Las Cañas.
Descargamos el resto de las donaciones de los camiones, con ayuda de un grupo de universitarios que realizaron una extensa cadena humana hasta el centro de acopio del lugar, luego de eso preparamos la fase dos de nuestra misión y que también sería muy importante, subir a los cerros y ayudar “in situ” a las familias afectadas en la remoción de escombros y lo que fuese necesario para seguir dando pasos en el retorno a la normalidad.
Nuestro trabajo específico se desarrolló en tres sectores, para lo cual nos dividimos en equipos de trabajo. Comenzamos las labores en los cerros Ramaditas, La Cruz y Las Cañas, siendo este ultimo lugar, el que nos dejó vivencias que jamás olvidaremos.

DON PEDRO

Ya eran las 5 de la tarde y los primeros voluntarios en ascender llegaron a trabajar en el cerro La Cruz y Ramaditas, mientras otro grupo se quedó en el cerro Las Cañas, concentrando nuestras fuerzas en una casa que estructuralmente de veía muy compleja en su demolición y que tal vez por lo mismo aun seguía ahí sin mayores cambios, pero como para nosotros no existe la palabra “imposible” sin antes intentarlo, nos quedamos ahí. Nos recibió el dueño de casa, don Pedro, quien estuvo en un principio acompañado de sus familiares, quienes al pasar de las horas se trasladaron a los albergues, quedando este hombre solo acompañado por nosotros. El equipo de trabajo comenzó a realizar el despeje de algunos escombros para comenzar con la demolición de los muros y pilares que impedirían el eventual arribo de una vivienda de emergencia para don Pedro, fue así, que provistos solo de herramientas manuales como chuzos, palas, combos (martillos de gran envergadura) y hachas, comenzaba una tarea que al mirarla parecía titánica, ya que requería principalmente de fuerza bruta.
A un costado de la casa se encontraba un móvil de el canal de televisión MEGA, quienes estuvieron atentos a todo lo que hacíamos, con algo de incredulidad tal vez, ya que estábamos ante una mole de concreto y hormigón armado, que claramente nos dificultaría cada acción que realizáramos y nosotros solo contábamos con medios rústicos para seguir la faena.
Comenzaba a caer la noche y el trabajo avanzaba a paso firme, los pilares caían, los escombros iban siendo despejados para seguir derribando esa casa que mostraba los estragos del incendio. El animo de todos estaba al 100%, entre bromas y gritos de motivación fuimos demostrando que la unión hace la fuerza, también sentimos que la solidaridad y el amor que Melipilla entregó en esta campaña, estaba representado en cada uno de nosotros y eso renovaba las fuerzas. Nos turnábamos en los trabajos mientras algunos se hidrataban y alimentaban para no fatigarse; fue increíble como en un instante en el que hacíamos una pausa, mirábamos a nuestro alrededor y solo se veía trabajando en el sector a los vecinos afectados y a bomberos de diferentes localidades; fue ahí cuando analizamos que esto es una vocación a toda prueba, sin horarios y que nos quedaba toda la madrugada para lograr nuestro objetivo. En un momento de la noche el móvil de televisión que estaba en el lugar comenzó un despacho en directo para su noticiero central, mostrando y destacando nuestra labor cosa que nos dio un nuevo impulso, porque no solo éramos los bomberos de Melipilla, éramos parte de los Bomberos de Chile y que estamos orgullosos de serlo.
Transcurridas unas horas, me acerqué al dueño de casa, don Pedro... créanme que he visto y he participado en muchas charlas motivacionales, pero este hombre de quien les narraré algunas cosas, es sin duda el mejor representante que tiene nuestro país el día de hoy, en ese aspecto.
En su cuerpo aun se apreciaban algunas magulladuras propias de haber tenido que soportar estoico el embate del fuego y así  fue como don Pedro contó su experiencia:
“Mijo, yo estaba acá en mi casa cuando veo aparecer a lo lejos el fuego, mas o menos hay dos kilómetros de aquí a la punta de la quebrada, y fui a ayudar a un hermano que vive en el cerro del frente, cuando llegué allá no se podía hacer mucho, así que rescatamos algunas cosas y vi que el fuego avanzaba muy rápido; me devolví a la casa a tratar de mojarla, porque apareció un viento a mas de 50 nudos (100km/h cosa que no es exageración en los incendios de este tipo) caían brazas desde el cielo y se prendió el pino que usted ve al lado del retén de carabineros, señal de que esto se venía fuerte, yo estaba sobre el techo de la casa mojándola pero el agua se volvía vapor de inmediato, fue ahí que dije hay que arrancar y al tratar de hacerlo caí del techo, pero el susto era tan grande que no sentí dolor, rescaté una guitarra y una chaqueta y salí, a mi familia la había evacuado antes, yo estaba solo contra el fuego, pero no se podía hacer nada”. en ese momento le pregunté cual era su sentir luego de un par de días y salieron desde lo mas profundo de su ser las siguientes palabras: “ahora no hay que llorar ni lamentarse, ahora hay que mirar adelante y tal como le dije a muchos, lo que venga ahora será mucho mejor que lo que teníamos, esto ya pasó, ahora hay que pararse y tratar de reconstruir para darle lo mejor que uno pueda a la familia, hijos y nietos, estoy muy agradecido de la vida porque estamos bien y eso es lo importante”
Nuestro trabajo ya concluía y mientras ordenábamos todo para bajar a nuestro campamento, don Pedro nos dice “chiquillos, quiero que nos saquemos una foto y que ojalá la pueda tener después para recordarlos siempre, estoy muy agradecido de cada unos de ustedes, grandes bomberos de Melipilla”, creo que esa frase no dejó indiferente a nadie, nos emocionamos y sellamos la despedida con un fuerte abrazo con este humilde y gran hombre que nos hizo reafirmar nuestro juramento como bomberos de dar lo mejor de nosotros, hasta la vida si fuese necesario, ¡¡¡HASTA PRONTO DON PEDRO!!!







Oscar Núñez Olmedo
Voluntario Honorario

1ª Compañía C.B.M.