Hace algunos días, todos nos mostrábamos
impactados con el peor incendio registrado en la historia del Chile contemporáneo
y que afectaba a Valparaíso. Muy pocos se mostraron indiferentes ante esta
tragedia que enlutaba a modestas familias de los cerros porteños y que en cosa
de horas, acabó con su historia, sueños y patrimonio.
Melipilla, provincia y comuna
acostumbrada a las tragedias de esta índole, no podía estar ajena a esta
realidad que estábamos enfrentando y de inmediato distintas organizaciones
comenzaron a elevar diferentes campañas de recolección de ayuda, entre ellas,
nuestro Cuerpo de Bomberos.
Muchos mirábamos con impotencia
las imágenes en televisión y no dábamos crédito a lo que nuestros ojos
observaban, ya que nuestro principal enemigo, el fuego, seguía avanzando y no
daba tregua, era un incendio extremadamente complejo en todos los aspectos,
pero ahí estaban nuestros cofrades porteños, apoyados por bomberos de distintas
regiones, desde los mas grandes, hasta los mas modestos Cuerpos de Bomberos,
porque bien lo sabemos, cuando vestimos nuestro uniforme, somos uno solo.
Nuestro aporte, en primera
instancia, fue darle impulso a esta campaña organizada por algunos de nuestros
voluntarios, apoyados desde el comienzo y de manera incondicional, por la
Superintendencia de la institución. Se realizó la difusión por los distintos
medios de prensa y redes sociales, claro que nuestra sorpresa fue tremenda
cuando fuimos percibiendo el apoyo de los melipillanos, que se volcaron en masa
hacia el cuartel y la calle Valdés, como nunca, fue testigo de como nuestra
comunidad llegaba con sus donaciones, en alimentos, agua, ropa, artículos de
aseo y otros. Viajaron desde cada rincón de esta zona, incluso emocionaba ver a
vecinos minusválidos que en sus sillas de ruedas, cargaban sus donaciones,
porque hay que entender que nadie, pero absolutamente nadie, está ajeno a
sufrir una desgracia, especialmente si hablamos de incendios.
Contamos con la valiosa colaboración
de diferentes empresas y personas que nos facilitaron camiones y transporte
para hacer llegar la ayuda que recolectamos y que fueron varias toneladas. Pero
faltaba algo, nuestro aporte como bomberos necesariamente debía ser mas allá
que solo llevar provisiones, nuestro trabajo es dar lo mejor de nosotros en la
parte humana y técnica; fue entonces, mientras recolectábamos las donaciones,
que nos organizamos y pedimos las autorizaciones del caso para acudir. Logramos
reunir un aproximado de 40 bomberos y fue así que el miércoles 16 de abril de
2014, a las 8:30 de la mañana, salió desde nuestro cuartel una caravana que
llevaba la ayuda en víveres, ropa, más un microbus y un camión que transportaba
a los bomberos melipillanos con su logística para trabajar en los cerros de “la
joya del pacífico”.
En el viaje, se mostraban los
rostros ansiosos por ayudar de cada voluntario que participó, hasta que fuimos
entrando por la avenida Santos Ossa del puerto y al mirar a nuestra izquierda,
vimos la realidad, lo que se ve en la televisión no logra graficar ni un tercio
la imagen de estar ahí, es como recordar esos documentales de la Segunda Guerra
Mundial, cuando las bombas atómicas arrasaron con dos ciudades japonesas.
La desolación estaba ante
nuestros ojos, la tristeza se percibía en el ambiente, pero siempre el chileno
saca desde lo mas profundo, esa fuerza para motivarse y que mejor instalando en
distintos sectores de los cerros desbastados, la bandera de nuestro país,
muchas rasgadas y algo quemadas, pero siempre flameando al viento, dando una
demostración de esperanza y de decir “aca estamos, vivos y no nos vamos a
rendir”, actitud que fue destacada por muchos medios de prensa extranjeros.
Una vez que entregamos una parte
de la carga de los camiones en la bodega de Comandancia del Cuerpo de Bomberos
de Valparaíso, recordemos que muchos voluntarios resultaron damnificados, se
dispuso de una camioneta institucional que nos guió y coordinó todo para que
nos dirigiéramos al que sería nuestro destino y campamento transitorio por 24
horas. Así nos fuimos adentrando por las calles porteñas, congestionadas por
tantos vehículos con ayuda provenientes de todo Chile; también fuertemente
custodiadas por las fuerzas armadas y de orden, hasta que llegamos a una
explanada o cancha improvisada en medio de una quebrada, donde convergían los
cerros La Merced, Ramaditas, La Cruz y Las Cañas.
Descargamos el resto de las
donaciones de los camiones, con ayuda de un grupo de universitarios que
realizaron una extensa cadena humana hasta el centro de acopio del lugar, luego
de eso preparamos la fase dos de nuestra misión y que también sería muy
importante, subir a los cerros y ayudar “in situ” a las familias afectadas en
la remoción de escombros y lo que fuese necesario para seguir dando pasos en el
retorno a la normalidad.
Nuestro trabajo específico se
desarrolló en tres sectores, para lo cual nos dividimos en equipos de trabajo.
Comenzamos las labores en los cerros Ramaditas, La Cruz y Las Cañas, siendo
este ultimo lugar, el que nos dejó vivencias que jamás olvidaremos.
Ya eran las 5 de la tarde y los
primeros voluntarios en ascender llegaron a trabajar en el cerro La Cruz y
Ramaditas, mientras otro grupo se quedó en el cerro Las Cañas, concentrando
nuestras fuerzas en una casa que estructuralmente de veía muy compleja en su
demolición y que tal vez por lo mismo aun seguía ahí sin mayores cambios, pero
como para nosotros no existe la palabra “imposible” sin antes intentarlo, nos
quedamos ahí. Nos recibió el dueño de casa, don Pedro, quien estuvo en un
principio acompañado de sus familiares, quienes al pasar de las horas se
trasladaron a los albergues, quedando este hombre solo acompañado por nosotros.
El equipo de trabajo comenzó a realizar el despeje de algunos escombros para
comenzar con la demolición de los muros y pilares que impedirían el eventual
arribo de una vivienda de emergencia para don Pedro, fue así, que provistos
solo de herramientas manuales como chuzos, palas, combos (martillos de gran
envergadura) y hachas, comenzaba una tarea que al mirarla parecía titánica, ya
que requería principalmente de fuerza bruta.
A un costado de la casa se
encontraba un móvil de el canal de televisión MEGA, quienes estuvieron atentos
a todo lo que hacíamos, con algo de incredulidad tal vez, ya que estábamos ante
una mole de concreto y hormigón armado, que claramente nos dificultaría cada
acción que realizáramos y nosotros solo contábamos con medios rústicos para
seguir la faena.
Comenzaba a caer la noche y el
trabajo avanzaba a paso firme, los pilares caían, los escombros iban siendo
despejados para seguir derribando esa casa que mostraba los estragos del
incendio. El animo de todos estaba al 100%, entre bromas y gritos de motivación
fuimos demostrando que la unión hace la fuerza, también sentimos que la
solidaridad y el amor que Melipilla entregó en esta campaña, estaba
representado en cada uno de nosotros y eso renovaba las fuerzas. Nos turnábamos
en los trabajos mientras algunos se hidrataban y alimentaban para no fatigarse;
fue increíble como en un instante en el que hacíamos una pausa, mirábamos a nuestro
alrededor y solo se veía trabajando en el sector a los vecinos afectados y a
bomberos de diferentes localidades; fue ahí cuando analizamos que esto es una
vocación a toda prueba, sin horarios y que nos quedaba toda la madrugada para
lograr nuestro objetivo. En un momento de la noche el móvil de televisión que
estaba en el lugar comenzó un despacho en directo para su noticiero central,
mostrando y destacando nuestra labor cosa que nos dio un nuevo impulso, porque
no solo éramos los bomberos de Melipilla, éramos parte de los Bomberos de Chile
y que estamos orgullosos de serlo.
Transcurridas unas horas, me
acerqué al dueño de casa, don Pedro... créanme que he visto y he participado en
muchas charlas motivacionales, pero este hombre de quien les narraré algunas
cosas, es sin duda el mejor representante que tiene nuestro país el día de hoy,
en ese aspecto.
En su cuerpo aun se apreciaban
algunas magulladuras propias de haber tenido que soportar estoico el embate del
fuego y así fue como don Pedro contó su
experiencia:
“Mijo, yo estaba acá en mi casa
cuando veo aparecer a lo lejos el fuego, mas o menos hay dos kilómetros de aquí
a la punta de la quebrada, y fui a ayudar a un hermano que vive en el cerro del
frente, cuando llegué allá no se podía hacer mucho, así que rescatamos algunas
cosas y vi que el fuego avanzaba muy rápido; me devolví a la casa a tratar de
mojarla, porque apareció un viento a mas de 50 nudos (100km/h cosa que no es
exageración en los incendios de este tipo) caían brazas desde el cielo y se
prendió el pino que usted ve al lado del retén de carabineros, señal de que
esto se venía fuerte, yo estaba sobre el techo de la casa mojándola pero el
agua se volvía vapor de inmediato, fue ahí que dije hay que arrancar y al
tratar de hacerlo caí del techo, pero el susto era tan grande que no sentí
dolor, rescaté una guitarra y una chaqueta y salí, a mi familia la había
evacuado antes, yo estaba solo contra el fuego, pero no se podía hacer nada”.
en ese momento le pregunté cual era su sentir luego de un par de días y
salieron desde lo mas profundo de su ser las siguientes palabras: “ahora no hay
que llorar ni lamentarse, ahora hay que mirar adelante y tal como le dije a
muchos, lo que venga ahora será mucho mejor que lo que teníamos, esto ya pasó,
ahora hay que pararse y tratar de reconstruir para darle lo mejor que uno pueda
a la familia, hijos y nietos, estoy muy agradecido de la vida porque estamos
bien y eso es lo importante”
Nuestro trabajo ya concluía y
mientras ordenábamos todo para bajar a nuestro campamento, don Pedro nos dice
“chiquillos, quiero que nos saquemos una foto y que ojalá la pueda tener después
para recordarlos siempre, estoy muy agradecido de cada unos de ustedes, grandes
bomberos de Melipilla”, creo que esa frase no dejó indiferente a nadie, nos
emocionamos y sellamos la despedida con un fuerte abrazo con este humilde y
gran hombre que nos hizo reafirmar nuestro juramento como bomberos de dar lo
mejor de nosotros, hasta la vida si fuese necesario, ¡¡¡HASTA PRONTO DON
PEDRO!!!
Oscar Núñez Olmedo
Voluntario Honorario
1ª Compañía C.B.M.
Gracias por apoyar a este puerto herido.
ResponderEliminarHabitante anónimo de Valparaíso
Eternamente agradecidos por su ayuda! Felicitaciones por su temple y vocación que son un ejemplo para nuestras juventudes! Gracias voluntarios de Melipilla!! Nos levantaremos!
ResponderEliminarQue magnifico relato y que importante la labor es la que cumple bomberos, tanto a nivel nacional como lo que es propio en nuetra ciudad y provincia. Un gran abrazo Oscar y que estas viviencias sirvan de aliciente para seguir en la senda de este hermoso voluntariado.
ResponderEliminar